Apresuraba el paso a medida que sentía que sus pies se enfriaban; tratando de no pensar en nada. Pero su cabeza no lo dejaba: en la próxima audición, en el libreto, el vestuario, y… bueno, los problemas que había tenido con ella. 10 años juntos ya. Muchísimo tiempo y a la vez, no dejaba de sorprenderlo.
“Estás frustrado, Armando. No podés seguir soñando que algún día vas a pisar las tablas a esta altura de tu vida… ¡No podés ser tan iluso! ¡No tenemos hijos siquiera! Siempre dedicado a eso… estoy cansada ya. Por eso te quería hablar. Me parece que va a ser mejor que nos separemos, al menos por un tiempo, no sé, quiero pensar que es lo que quiero para mi vida, con vos al lado mío no puedo…”
Quizo comer algo, pero sentía el estómago cerrado. Pensó entonces en irse a dormir. Se desvistió, se acostó, pero tampoco pudo conciliar el sueño. Se levantó de un salto, se dirigió al baño y agarró un tubo de pastillas del botiquín. Un poco de agua y… ahora iba a poder dormir mejor.
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