31 de agosto de 2010

No vale la pena para nada ponerse mal por cosas tontas ¿No es así? Mejor concentrarse en lo cotidiano que hace que el día se vuelva menos gris, húmedo y solitario. Porque sé que después de una mañana que gasté quedándome en mi casa terminando ejercicios para el profesorado, vuelve mi vieja y mis hermanos de afuera, y con ellos vuelve la vida y la compañía, las risas, el como te fue y el hacer el almuerzo para todos.
Si me concentro en una sola cosa, creo que puedo llegar a estar bien. El que esté a punto de caerse el cielo acá en el barrio no cambiará absolutamente nada, a partir de ahora. Antes si, podía afectarme todo el humor del día o de los que seguían. Era otra excusa para ponerme mal. El clima, si. Es bastante patético, pero cuando uno se encuentra como me encontraba hace un tiempito todo contribuye a sentirse peor.
Estoy ahora en un objetivo corto y concreto: tratar de sentirme mejor. Y estos últimos días lo estuve logrando.

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