21 de febrero de 2011

No mas tiempo

Y es que ya no hay más tiempo para tristezas. Es que también se me acabaron las ganas para estar triste, para bajonearme, para autodestruir las ganas de vivir que nos salen naturalmente. Ya no hay más tiempo para preguntarme si mis bajones crónicos son una parte aferrada a mi personalidad que no se puede cambiar porque es parte de uno, como los lunares. Ya no hay más ganas de ponerse mal por cosas que no tienen importancia real. Para sacar a relucir tristezas de momentos que pasaron y que si, fueron verdaderos pero que los usé mas que nada para autocompadecerme de mi propia tristeza y hundirme aún mas de lo que ya estaba. Es que hubo varios meses en los que lo único que salían eran lágrimas y recién hasta ayer que volvía del trabajo surgieron otra vez.
Porque fue mi último día en el local de Cheeky en el Solar de la Abadía y fue horrible. Todo mal me salió. Vendí productos que por código no podían salir a la venta y por atolondrada los saqué sin darme cuenta. Y bueno, hay veces en las que la gente que trabaja con vos no es tan tolerante como para entender que hace menos de tres semanas que estás trabajando, y que si no sos tolerante no es mi problema, porque si estás ahí hace mas de tres años felicitaciones, pero yo no. Y no pienso dármelas de ser alguien solo por estar trabajando ahí. Entonces tratemos de bajar un poco los humos que te salen de las orejas y tratá de entender que estoy aprendiendo y que si vos lo hacés bien, mejor por vos. Pero sos tan empleada como yo. Así esta situación dio como resultado que saliera el domingo con una calentura bastante importante, y obviamente con ganas de llorar, porque por ahora es mi modo de defensa. Las cuadras que me separan de la parada del subte que me lleva a casa las hice llorando. Entonces te preguntás por qué carajo te afectan tanto las cosas que van mas allá de vos, que no las podés resolver, porque si el otro no te banca, es problema del otro, no tuyo. Porque si casi no te saluda cuando vos la saludás y le preguntás como está es problema de aquel que está del otro lado. Y a la tarde llegué a casa y lo hablé con mi hermana, y con alguien más y entonces por suerte sale todo para afuera y no queda volviéndose verde. Y tu humor cambia, porque sabés que hay orejas que te escuchan y quizás ojos que te leen lo que escribís, lo que contás, descargás.

"Y si, es difícil no darle bola a esas cosas. Pero está bien que esas cosas te afecten, el problema estaría en que no lo hicieran."

Es que ya no me queda mas tiempo para tristezas.
Ya no me queda ni quiero que me quede.

1 comentario:

Co dijo...

El hecho de que las hijaputeces del resto te afecten es una señal de que sos una buena persona, que tiene corazón y no una piedra. Obviamente pasas un mal rato, pero nena! Vamos! Dejá que esa gente mala onda se pudra por dentro y se haga cargo de sus propios problemas. Vos ocupate de ser feliz!

Besos!