14 de mayo de 2013

Arraigado.

¿Será que no te puedo sacar de mi cabeza porque no conocí a nadie? ¿O que no conocí a nadie porque no te puedo sacar de mi cabeza? ¿Será el otoño que nos vuelve a todos más solitarios y tristes? ¿O las sombras del recuerdo que no se despegan de mi cabeza?
Sea lo que sea, sea cual sea la respuesta a las tantas preguntas que me puedo hacer, de lo que estoy segura, es de que seguís ahí. No tengo idea de por qué. Quizás la nostalgia de los buenos momentos. La necesidad de compañía. La falta de esos brazos. De esa voz. El invierno se está acercando, y con él, el recuerdo de tu presencia.

Un juego absurdo.



"Mirá, vos a mi me gustas, pero no te puedo hablar porque me pongo boludo, y vos, con tu actitud de mierda, no ayudás ni un poco. ¡Y esta música apesta! ¿Sabés por qué me pogo este chaleco? Por las minas como vos que no pueden dejar de mirarse el ombligo. ¿Sabés lo lindo que debe ser coger? ¿O acaso soy el único acá que quiere dejar de ser virgen alguna vez? ¿Qué te pensás, que vengo por los sandwichitos, boluda?[...]"