20 de octubre de 2011

Año de octubre

Este año creo que fue realmente lo último que esperaba que fuera. O sea, di una vuelta de muchos grados a lo que venía haciendo antes, que era prácticamente nada. Creo que el haber estado sumida en el sopor que me consumía desde que tengo memoria, hizo que en un momento me ahogara y gritara para que alguien me escuche. Y no sé si alguien me habrá escuchado, pero yo si. Y acá estoy. En medio de un proceso que espero que me traiga mil cosas nuevas más. Es como que me estoy horneando todavía. Y recién a los 22, casi 23. Se termina el año casi. Estamos en octubre y obviamente que se me pasó mas que volando. Y con el novio, cumplimos cinco meses. Y cumplí cinco meses casi seis de trabajo, en el que me está yendo más que bien. Me gusta lo que hago, me gusta el ambiente, pero obviamente que odio a todos los clientes que se pasan por ahí. Pero no me importa. Porque siento que algo sale bien, que no me estoy muriendo de miedo cada media hora porque estoy segura de que algo me va a salir mal. Ahora me siento diferente. Ya no me hago tanto la cabeza. Creo lo principal es que me falta esa valentía para poder aceptar que me equivoqué y tratar de solucionarlo. 
En la clase de latín, que parecen más lecciones de vida que lecciones de idioma, el profesor nos empezó a hablar sobre no desperdiciar el tiempo que tenemos de vida. Sobre poner en la balanza aquello que nos hace bien y que nos hace mal, y descartar lo que no necesitamos, sin mas vueltas. Esa clase del martes pasado fue como una revelación, una luz en el camino. Justamente habló sobre lo que yo siempre me estoy quejando. Empezar a disfrutar y tratar de buscar hacer lo que nos gusta, darnos más lugar para disfrutar. Porque somos jóvenes y todavía tenemos todo el tiempo del mundo. 
y volviendo a este año, hay varias cosas que me resultan inverosímiles. La primera, es haber encontrado el trabajo, y estar estudiando al mismo tiempo. La segunda, haber encontrado a alguien que me quiera, al que yo le guste. Que le guste mi cuerpo, mi forma de ser, que se banque que sea llorona e insegura. Realmente creí en un momento que iba a ser imposible. Que yo era transparente, resbaladiza, quebrantable y blandita, blandita. 
Cinco meses van ya de estar con él, y puedo decir que me encanta. Que uno no sabe lo que es hasta que lo prueba, y sabe riquísimo. Es más dulce que el mejor dulce de leche, aunque tenga sus momentos amargos, creo que está genial que pasen también. Porque se aprende de ellos muchísimo (quizás lo diga ahora porque no estamos en uno...). Creí que era imposible salir del bajón continuo, pero no. Porque puede que parezca trillado, pero lo encontré y encontré que se puede salir y estar alegre, y reírse y gritar y volar con tus palabras, con sus besos y los míos, que se puede romper tanta tristeza. 

17 de octubre de 2011

Una noche de domingo.
Un par de entradas.
Tu sonrisa, tus ojitos brillando de lo contento que estabas.
Mi persona, saltando en una pata.
Lo hermoso que es ir al teatro.
Hamlet.

15 de octubre de 2011



Estando enamorada, pasan cosas buenas. 
Y automáticamente las publicaciones disminuyeron = mi blog era un libro de quejas.
Así que a ponerle color...




9 de octubre de 2011

“Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.

Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaidos.

Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…”
— Pablo Neruda

6 de octubre de 2011


Esto lo escribía en marzo de este año...


Gordito

No sé si será que estoy leyendo demasiadas novelas de Jane Austen. No sé si será que adoro a Jane Eyre. No sé si será que tengo cierta inclinación por las películas que cuentan la historias de relaciones amorosas que terminan mal. No sé si será que tengo la cabea llena de pajaritos de colores. O la cabeza de novia. O el corazón muy abierto, o la falta de experiencia en las relaciones.

Lo que si sé es que sigo creyendo que algún día encontraré un gordito que me quiera, y al que le pueda dar mi cariño.


Es que hay veces que solo me siento un florero sonriente.

2 de octubre de 2011

Le tengo tanto miedo a la vida que hasta tengo miedo que se aleje de mí justamente por esa razón. No me arriesgo a nada, y menos a equivocarme. Soy tan chiquita, tan frágil, que me enojo conmigo y dejo de pensar, dejo de ver a mi alrededor, de preguntarme a dónde estará esa mujer fuerte que quiero ser y me termino acostumbrando a eso. Al lugar de pobreluli oh, pobre... a que todos compadezcan que no puedo hacer nada, vengan y me ayuden a hacerlo.
Sale con amigos, y amigas y me resulta inevitable pensar que la pasa mejor con ellos que conmigo, porque ¿quién tiene ganas de estar con una miedosa, quejosa y llorona, eh? Ni yo me soporto, ni quiero estar conmigo misma, es tanta la bronca que me tengo, el odio que me genera ser así, que me encierro y dejo de ser la chica de la sonrisa deliciosa que me dice mi profesor de latín. Y me voy a llorar al baño a destilar más tristezas, y de las cuales no entendés el origen.
Sus palabras llegan a mis oídos, cambio es la que más suena. Rebota y crece y me golpea la cabeza unas cuantas veces.
Sentados en las escaleras del edificio a las cinco de la mañana, hablando hablando hablando, las palabras salen más de su lado que del mío, se quedan trabadas en medio de la garganta esperando salir, y se cansan y al final quedan  guardadas en otro cajón de la memoria bien atrás, no para recordarlas, sino para que generen más tristeza y una no sepa bien por qué.
Tengo mucha tristeza encima. Con trabajo, novio y casa, amigos, una familia y una carrera a seguir. Y yo me siento triste. No, si soy la pelotuda más grande del maldito universo.