Nubes grises

Con un llamado los días pueden volverse completamente grises, aunque sepas que afuera el sol brilla y el clima es un de tus preferidos porque está fresco, aunque tengas 22 años y toda una vida llena de oportunidades por delante. Cuando se te cae algo con lo que habías proyectado varias cosas es como si ese castillo de naipes que habías armado se te cayera con la menor brisa. Y se cayó nomás, hoy cuando llamé a la empresa de la que me habían prometido un puesto de trabajo como vendedora hace varias semanas. Tendría que haber empezado a sospechar cuando terminás de hacer la suplencia por la que te habían contratado y pasan las semanas y no recibía llamado de allá. Pero pensé que se iba a dar, mas que nada confié en la palabra que me habían dado. Hoy llamo para saber que tal andaba el tema, porque pensé que el papelerío podía tardar y esa era la causa de la demora, y me entero que al final el puesto que iba a quedar libre no se desocupa. O sea, chau trabajo. Y ahora otra vez a buscar algo que combine con el estudio. Otra vez a las entrevistas, a las ilusiones de poder quedar, las decepciones de la gente estúpida que te toca conocer. Y cada vez terminás mas triste, porque tus viejos no te criaron para que seas un pelotudo, lo hicieron para que tuvieras un poco de respeto y consideración por los demás.

Quizás sea la decepción de este momento, pero pensé que este año iba a empezar diferente. Que el aire iba a cambiar, que ibamos a respirar nuevas brisas. Ahora es volver a luchar con ese mal humor que me agarra por quedarme todo el día en mi casa, yendo solo a estudiar. Ahora volver a soportarme a mi misma con esa cara de orto, que ni siquiera yo me banco. Y no quiero eso, quiero que las cosas vuelvan a ser como en el verano, cansada porque estuve trabajando, conociendo compañeros nuevos, experiencias nuevas.
Que porquería de post, la verdad, pero en este momento es lo que hay. Otra vez las nubes grises sobre la cabeza, tratando de crear un clima que las limpie.