28 de agosto de 2011

Pasame un invierno

Pasame un invierno, por favor. Dale, damelo completo: bajas temperaturas, nubes grises en el cielo, un par de tormentas, y un viento frío que nos cale los huesos. Amaneceres tardíos y atardeceres tempraneros.
Pero agregale a eso que estoy con vos. Agregale una compañía placentera, que me hace sentir segura. Unas manos que te agarran firme, unas que recorren la redondez de mi cadera, que siguen hacia abajo y superan las barreras de la vergüenza, compañera inigualable de todas mis semi-aventuras aguadas. Y esas manos que me recorren resuelven por un momento todos mis problemas, logran que me deje llevar por el deseo de que me sigan recorriendo, descubriendo, disfrutando. Cierro los ojos y los colores se dibujan en mi cabeza, se dibuja el rojo, el amarillo, el naranja. Y en eso se atraviesa un beso tuyo en mi panza, las cosquillas que dan esos labios suaves... Esos labios suaves... aquellos que sonríen, que se ponen serios, que me recorren tanto como aquellas manos.  Afuera sopla el viento fuerte, mueve las barritas de madera de la persiana. Puede que se escuche algún que otro coche que pasa raudo por la avenida. Quizás esté yendo a encontrarse con alguien también. Pero la historia del coche es otra, otra que se está escribiendo en el mismo momento que se está escribiendo la nuestra, que estamos acá juntos los dos, el invierno no nos importa. Ni las nubes, ni la lluvia ni el viento frío. Porque nosotros creamos nuestro propio calor entrelazando las piernas, los brazos, los labios. Nosotros somos los que creamos nuestro propio verano adentro de la casa. Entre las sábanas, sobre la almohada.

1 comentario:

Lulu dijo...

Uh! qué bueno... me convenciste, me va a gustar el invierno!
Besos.